
Para usar: Aceite de aguacate
Dentro del variado mundo de los aceites, el de aguacate destaca con su distintivo sabor y aroma intensos. Su versatilidad es notable, pues realza tanto el gusto de una ensalada como el de un platillo cocinado a altas temperaturas.

Para usar: Aceite de aguacate
Entre sus virtudes se encuentran su riqueza en vitamina E, ácido linoleico, ácido linolénico y ácido oleico. Además, este aceite contiene una generosa dosis del antioxidante luteína, agregando un toque saludable a tu cocina.

A evitar: Aceite de colza
El aceite de colza, aunque utilizado en la cocina, plantea ciertas inquietudes. Durante su refinamiento, puede adquirir grasas trans, incorporadas en la desodorización. Estas grasas trans se han vinculado con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas y otros problemas de salud.

A evitar: Aceite de colza
Investigaciones sugieren una relación entre el consumo de aceite de colza y elevados niveles de colesterol, hipertensión y diabetes, resaltando la importancia de su consumo con precaución.

Para usar: Aceite de coco
El aceite de coco ha adquirido fama en tiempos recientes gracias a su sabor y capacidad para soportar altas temperaturas. Si bien es una grasa saturada y debe consumirse con moderación, aún existe debate sobre la cantidad segura de ingesta.

Para usar: Aceite de coco
Algunas investigaciones sugieren que su consumo se vincula con una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, añadiendo atractivo a este peculiar aceite.

A evitar: Aceite de semilla de uva
El aceite de pepitas de uva, reconocido por su abundante vitamina E, tiene una faceta menos conocida. Aunque es rico en esta vitamina, también presenta altos niveles de ácidos grasos omega-6. Consumidos en exceso, estos ácidos grasos pueden desencadenar inflamación.

A evitar: Aceite de semilla de uva
Adicionalmente, en ciertas circunstancias, este aceite puede albergar cantidades perjudiciales de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), que han sido vinculados con el cáncer en estudios con animales. Una dualidad que invita a la cautela en su uso.

Evitar: Leche de soja
La mayoría del aceite de soja disponible en el mercado pasa por un proceso de hidrogenación parcial que lo estabiliza y eleva su punto de humo, evitando que se descomponga rápidamente al calentarse. Sin embargo, los aceites hidrogenados deben ser consumidos con precaución.

Evitar: Leche de soja
Investigaciones han identificado una relación entre el aceite de soja y modificaciones metabólicas y neurológicas, planteando interrogantes sobre su consumo en grandes cantidades.

Para usar: Aceite de girasol
El aceite de girasol se destaca por su rico contenido de ácido oleico y su elevado punto de humo, convirtiéndolo en una excelente opción para freír.

Para usar: Aceite de girasol
Además de su versatilidad culinaria, investigaciones revelan que este aceite puede elevar los niveles de colesterol HDL, considerado el colesterol «bueno», y reducir los niveles de LDL, el indeseado «colesterol malo». Un aliado para una alimentación equilibrada.

Para usar: Aceite de oliva
Las cocinas globales han celebrado los aceites durante siglos, siendo vitales para una variedad de técnicas culinarias. No todos los aceites son iguales; algunos son esenciales y saludables, como el aceite de oliva, amado por su sabor y beneficios.

Para usar: Aceite de oliva
Aumenta el colesterol HDL, reduciendo el riesgo de enfermedades cardíacas e inflamación, e incluso puede mitigar el riesgo de cáncer, haciéndolo un elemento clave en la dieta mediterránea.

Evitar: Aceite vegetal
En algún momento, el aceite vegetal era considerado una opción más saludable frente a las grasas animales. Sin embargo, investigaciones revelan su vínculo con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.

Evitar: Aceite vegetal
Este aceite, una amalgama de varios tipos, puede tener ventajas sobre las grasas animales, pero está altamente procesado y algunos tipos poseen altos niveles de grasas omega-6 poliinsaturadas. Un consumo excesivo de estos ácidos grasos puede desencadenar inflamación.