1 – Ayllón (Segovia)
En lo alto de su cerro, rastros celtíberos revelan el pasado ancestral de este pueblo segoviano. Cruzando el puente medieval, se accede al único arco sobreviviente de la antigua muralla, junto a la icónica iglesia románica de San Miguel Arcángel en la Plaza Mayor. Las huellas históricas se extienden con la iglesia del antiguo Convento de la Concepción Franciscana, ahora un alojamiento rural, y la arquitectura gótica del Palacio de los Contreras y la Casa de la Torre, reproducciones presentes en el Pueblo Español de Barcelona. Además, destacan la majestuosa Iglesia de Santa María la Mayor, con su imponente campanario, y la Casa del Águila, reconocida por su distintivo escudo en forma de águila de San Juan.
2 – Sigüenza (Gudalajara)
Entre murallas y cuestas, un Parador Nacional emerge como testigo de tiempos bélicos. Zigzagueando por callejones, el Medievo cobra vida en la Plazuela de la Cárcel, la Puerta del Hierro y la Casa del Doncel. La plaza Mayor, con su catedral proyectando sombras eternas, se revela majestuosa. La singularidad del templo radica en su aspecto militar, torres defensivas y piedra enrojecida al atardecer. Alberga tesoros como un cuadro de El Greco y la escultura gótica del Doncel.
3 – Laguardia (Álava)
En la capital de Rioja Alavesa, la mente se llena de vino, colinas y campanarios desafiantes ante la Sierra de Cantabria. Aparcar revela un escenario medieval, con accesos fortificados que conducen a un centro de piedra. Las puertas, como la de Carnicerías, enlazan el presente con la Plaza Mayor. El pórtico policromado de Santa María de los Reyes (siglo XIV) deslumbra en visitas guiadas. Monumentos como la torre abacial, la casa de Félix María Samaniego y la iglesia de San Juan Bautista, con sus retablos y planta octogonal, enriquecen esta localidad. Los calados subterráneos, adaptados para catas y pintxos, añaden atractivo a la experiencia.
4 – Olvera (Cádiz)
En las tierras gaditanas, Olvera despliega su encanto entre campos de olivos y laderas blancas. El imponente castillo y la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación dominan la ciudad a 640 m sobre el nivel del mar, ofreciendo vistas magníficas de la Sierra de Cádiz. El barrio de la Villa, con sus calles laberínticas y murallas antiguas, evoca el pasado andalusí. El mirador de la iglesia y el Museo la Frontera completan esta experiencia histórica, junto con la fortaleza musulmana del siglo XII, donde resisten la torre del homenaje y el aljibe.
5 – Calatañazor (Soria)
En lo alto de un cerro en la vega del río Abión, la villa medieval de Calatañazor se erige, rodeada por su emblemática fortaleza. Sus calles empedradas evocan el siglo X, marcado por la fama ganada durante la Reconquista. Con un trazado que se mantiene desde la Edad Media, este pueblo de apenas 50 habitantes lleva a una plaza al pie del castillo, flanqueada por casas de madera y adobe. Entre sus monumentos destacan la Iglesia románica de Nuestra Señora del Castillo, la Ermita de la Soledad, y en las afueras, la Reserva Natural del Sabinar de Calatañazor, hogar de uno de los bosques de sabinas mejor conservados del mundo.
6 – Bandujo (Asturias)
Bandujo se asienta en el recóndito Valle del Oso, entre las majestuosas montañas de la sierra Gorrión. A pesar de ser parte del popular Valle del Oso, esta aldea de 40 habitantes, cuyo acceso vial llegó en el siglo XX, sigue siendo un tesoro oculto. Su aislamiento preservó su arquitectura medieval, destacando una torre del XI-XIII y conjunto de palacios e iglesias bien conservados. Sus calles revelan la quietud temporal con hórreos, casas de madera y piedra, y un antiguo lavadero, retratando la vida de invierno entre chimeneas humeantes.
7- Mogarraz (Salamanca)
En los años 60, el alcalde de Mogarraz creó un archivo fotográfico de los residentes que no emigraron, destinado a documentos de identidad. Cincuenta años después, las fotos se convirtieron en arte gracias a Florencio Maíllo, adornando las fachadas del pueblo. Rodeada de bosques, Mogarraz parece detenida en el tiempo. Sus tradiciones se viven en joyas artesanales y atuendos típicos exhibidos con orgullo durante las festividades. La Casa de las Artesanías muestra su historia y destreza. Tranquila y serena, esta localidad serrana preserva su arquitectura de madera, piedra y adobe ante el paso del tiempo.
8 – Santillana del Mar (Cantabria)
Santillana del Mar, creada alrededor de la Colegiata de Santa Juliana, destaca como una de las localidades más hermosas de España. Sus calles empedradas, flanqueadas por casonas blasonadas y palacios barrocos, mantienen la esencia medieval. La plaza central, dominada por una iglesia románica, sigue siendo el corazón del pueblo. Santillana conserva la arquitectura montañesa con casas de madera y balcones rebosantes de geranios, así como edificios posteriores, como palacetes construidos por cántabros que retornaron de América en busca de fortuna en los siglos XVI y XVII.
9 – Valldemossa (Mallorca)
En 1838, George Sand y Frédéric Chopin llegaron a Mallorca en busca de un lugar para la salud del músico. La pareja se instaló en la cartuja de Valldemossa, pero chocaron con la comunidad local, plasmando estas experiencias en «Un invierno en Mallorca». A pesar de las críticas, el libro atrajo a viajeros románticos. Tras pasar a manos privadas, la familia Sureda mantuvo el lugar, recibiendo a artistas como Rubén Darío, Santiago Rusiñol y Jorge Luis Borges. La Real Cartuja, marcada por una torre de azulejo verde, hoy destaca por su claustro, jardín de cipreses y colección de antigüedades.
10 – Besalú (Gerona)
Besalú, una antigua capital condal, resalta por su puente románico sobre el río Fluvià, flanqueado por torres defensivas, que da acceso a uno de los conjuntos medievales mejor conservados de Cataluña. Sus calles empedradas evocan la vida de nobles, soldados, monjes y judíos; cerca del río, se descubrieron restos de una sinagoga con un baño de purificación del siglo XII, raro en Europa. Entre tiendas artesanales, la plaza Prat de Sant Pere alberga el antiguo monasterio benedictino de Sant Pere, cuya iglesia muestra una vidriera con leones, símbolos medievales de la fuerza y protección de la Iglesia contra el mal y el paganismo, representados por un simio y un hombre.
11 – Buitrago del Lozoya (Comunidad de Madrid)
Buitrago del Lozoya presume de un río y una muralla medieval bien conservada, legado de Abderramán III para controlar rebeliones y defenderse de incursiones cristianas. La muralla de 800 m y tres puertas es su mayor atractivo. Su secreto mejor guardado es el Museo Picasso, con una colección única de sesenta piezas del período de exilio francés del artista. Cerca, la Iglesia de Santa María del Castillo, fundada por el Marqués de Santillana, es el único templo medieval dentro de la muralla.
12 – Castrillo de los Polvazares (León)
Situado en la comarca de la Maragatería, parece congelado en el tiempo con casas de puertas y ventanas verdes y muros marrón rojizo. Sus calles empedradas, legado de los arrieros, atraen a peregrinos del Camino de Santiago. El trazado original, a través del puente viejo y la calle Real, muestra la autenticidad del pueblo. Las casas arrieras exhiben escudos familiares sobre puertas anchas para carros, construidas con gruesos muros para protección y temperatura interna.
13 – Campo de Criptana (Ciudad Real)
En el corazón de Campo de Criptana se erigen diez molinos antiguos, testigos del avance tecnológico en tiempos de Cervantes y clave en el desarrollo local al moler granos. El pasado musulmán del municipio se refleja en casas de teja árabe y calles empedradas del Albaicín. Estas casas-cueva, antes viviendas y almacenes, ahora sirven como museos o hoteles, mientras que la plaza del Pósito y numerosas construcciones religiosas adornan su núcleo histórico.
14 – Olivenza (Badajoz)
Al adentrarse en Olivenza, la influencia lusa se fusiona con la esencia castellana, fruto de su historia compartida a ambos lados del Guadiana. Los aires portugueses se revelan en la arquitectura de baja altura, los adoquines en las calles y la magnífica iglesia de Santa María Magdalena, embellecida con azulejos. Los restos de las murallas, como la imponente Puerta del Calvario y otras como Alconchel o Los Ángeles, narran su pasado medieval. Entre templos religiosos y palacetes, la historia de Olivenza se despliega cautivadora.
15 – Pollença (Mallorca)
Pollença atrajo a artistas como Sorolla y Rusiñol, cautivados por su encanto. El Calvario, con sus 365 escalones, ofrece vistas impresionantes, un paisaje perfecto para artistas. Santiago Rusiñol lo describió como una «decoración para misterios» con su arquitectura religiosa, incluyendo el Santuario del Puig de Maria, que regala vistas magníficas de la Sierra de Tramuntana tras un camino de 45 minutos. La experiencia de subir a pie añade un toque épico que se pierde al acceder en coche.
16 – Zahara de la Sierra (Cádiz)
Zahara de la Sierra parece un cuadro impresionista con pinceladas de verdes y blancos junto al embalse Zahara-El Gastor. Las casas blancas trepan por la sierra del Jaral, resguardadas por la torre del Homenaje, vestigio de una fortaleza nazarí. Sus callejones conducen a miradores como el de la calle Olvera o el del Jardín de los Pinsapos, ofreciendo vistas al Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Lugares imperdibles incluyen la iglesia de Santa María de la Mesa, la Torre del Reloj y la animada plaza de San Juan, con bares y vida callejera.
17 – Ayna (Albacete)
Ayna se aferra a las vertiginosas paredes de la Sierra del Segura, esculpiendo terrazas en la montaña para cultivar la tierra. El Mirador del Diablo ofrece la vista perfecta del pueblo abrazando el monte San Urbán y la Ermita de los Remedios. Las serpenteantes calles se adaptan a la orografía, conduciendo a la calle Mayor con la parroquia. Las ruinas del castillo de Yedra, de origen musulmán, vigilan el pueblo, y cerca está la Cueva del Niño con pinturas paleolíticas datadas alrededor del 16.000 a.C.
18 – Guadix (Granada)
En Guadix, a solo 40 km de Granada, se despliega la mayor concentración de viviendas trogloditas habitadas en Europa. Más de dos mil casas-cueva, la mitad de la población, se alzan en este altiplano a 1000 m de altitud. Desde el mirador Padre Poveda, se contempla un paisaje de casas encaladas con puertas y chimeneas, entradas a la tierra sin ventanas. El Centro de Interpretación ofrece una inmersión en este mundo surrealista a través de la cueva-museo de la familia Cruz-Úbeda. La Alcazaba del siglo XI, la Catedral exuberante y la plaza de la Constitución, donde se saborea el típico tocinillo de cielo, completan este viaje único.
19 – Zuheros (Córdoba)
Zuheros, entre la Sierra Subbética y la campiña cordobesa, se destaca por su entorno natural. Desde el neolítico, su ubicación estratégica atrajo a pobladores y durante la época musulmana floreció. Calles serpenteantes, casas encaladas y un imponente castillo reflejan su legado. En su descenso, se hallan el Ayuntamiento, la plaza de Abastos y museos como el de Costumbres y Artes Populares y el Arqueológico, que revive la historia desde el paleolítico. La Cueva de los Murciélagos, con pinturas rupestres y formaciones pétreas, ofrece un vistazo único al Geoparque de las Sierras Subbéticas.
20 – Ezcaray (La Rioja)
Ezcaray, al sureste de La Rioja, despliega su encanto junto al río Oja. Sus edificios señoriales y plazas porticadas narran su historia, enraizada en la manufactura lanera desde el siglo XVI, legado visible en la antigua Real Fábrica de Paños, hoy Ayuntamiento. Marcas de renombre mundial como Loewe, Carolina Herrera y Hermès aún recurren a sus talleres artesanales para crear mantas, bufandas y pañuelos. El centro histórico resalta con la plaza de la Verdura y del Quiosco, donde se alza el palacio del Arzobispo Barroeta. La Parroquia de Santa María la Mayor, gótico aragonés único en La Rioja, es un tesoro imperdible. En el ámbito culinario, El Portal del Echaurre, con dos estrellas Michelin, sobresale como destino gastronómico.
21 – Betancuria (Fuerteventura)
Betancuria, el pueblo más hermoso de Fuerteventura, se yergue vacío debido a los cambios desde su fundación en 1404 como capital de la isla. Su ubicación en el interior garantizaba seguridad ante los peligros costeros, siendo la costa un territorio vulnerable a piratas y esclavistas. Hoy, para los visitantes de los hoteles costeros, llegar a Betancuria desde el paisaje semidesértico es como encontrarse con un espejismo. Sus calles empedradas y casas de robustos muros y balcones de pino canario evocan su historia. La iglesia Matriz de la Concepción resguarda retablos e imágenes veneradas, destacando la Virgen de la Peña, cuyo santuario, la Peñita, atrae a peregrinos en una gran romería cada septiembre a 5 km al sur.
22 – Altea (Alicante)
En Altea, el despertar está marcado por las gaviotas y los barcos que descansan o navegan en el puerto, recordando su pasado marinero y agrícola. La calle del Sol, antes con aroma a pescado, ahora conduce a El Fornet, un barrio con callejuelas empedradas y casas blancas adornadas con geranios, jazmines y buganvillas. La calle Major lleva a la escalera de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, rodeada por calles blancas típicas del Mediterráneo, junto a la Torre de Galera y Bellaguarda. Cada balcón ofrece un mirador para contemplar las sierras de Aitana, Bèrnia y Puigcampana de un lado, y la Punta de l’Albir, el Morró de Toix y el Penyal d’Ifac abrazando la bahía.
23 – Frías (Burgos)
El distintivo Castillo de los Duques de Frías, del siglo XII, corona la imponente silueta de la ciudad. La fortaleza estratégica sobre el cerro de La Muela se extendió a lo largo de los siglos, con murallas que rodeaban la villa y vestigios visibles en accesos como la Puerta de Medina, del Postigo y de La Cadena. La adaptación arquitectónica al terreno limitado se evidencia en las construcciones de toba y madera, especialmente en la parte alta. Cerca de la iglesia de San Vicente Mártir, se hallan capillas góticas y renacentistas, destacando un retablo de Juan de Borgoña del siglo XVI. En la zona baja, el puente fortificado medieval de Frías, con 9 arcos y una torre defensiva, atraviesa el río Ebro, añadiendo al patrimonio monumental de la ciudad, que coloca a Frías como la más pequeña de España en el mapa turístico de Burgos.
24 – Haría (Lanzarote)
El viaje a Haría desde Teguise ofrece una experiencia asombrosa. Desde el Mirador de los Helechos se vislumbra el Valle de las Mil Palmeras, un oasis rodeando casas blancas. Al norte se alza La Corona, un volcán donde los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes cuentan historias. Haría, en la cornisa de El Risco, es un pueblo con fuerte tradición agrícola y artesanal, evidente en su animado mercadillo sabatino. César Manrique, buscando paz, eligió Haría como hogar, y su casa, ahora un museo, exhibe su genio creativo en armonía con la naturaleza.
25 – Tazones (Asturias)
El puerto de Tazones recibe cada día a barcos pesqueros, recordando su historia arraigada al mar. Abrazado por pliegues rocosos, el puerto alberga la cofradía y estructuras marineras, mientras el pueblo, colorido y simétrico, desciende suavemente hacia el mar entre callejuelas. El aroma a pescado y marisco se entremezcla con el de la sidra en los chigres, emblemáticos locales de esta bebida asturiana. Fue la primera experiencia del emperador Carlos V al llegar a la Península en 1517, cuando Tazones era una sencilla aldea pesquera. Hoy, sus barrios marineros y la playa cercana ofrecen no solo baños sino también acceso a los yacimientos de huellas de dinosaurios. En la Costa Jurásica asturiana, parte del Yacimiento de Icnitas de Asturias, se extienden icnitas tridáctilas, parte vital de este importante lugar en Europa.