Cascada de Artazul (Navarra)
La majestuosa cascada de Artazul, en Navarra, se descubre a lo largo de una pintoresca ruta desde la aldea de Ulzurrum. La senda, que también lleva al nacedero del manantial Arteta, comienza con un apacible paseo entre campos de cereal y bosques, ofreciendo vistas de la imponente sierra de Andía. La cascada, a solo 500 metros del nacedero, revela su esplendor, especialmente en días lluviosos. Se aconseja llevar botas de agua, ya que en otoño e invierno, el cauce puede desbordarse.
Cascada de Gujuli, en Álava,
La deslumbrante cascada de Gujuli, en Álava, desata la furia del arroyo Oyardo en una caída impresionante hacia el valle de Ayala, donde se fusiona con el río Altube. Con más de 100 metros de altura, esta maravilla se encuentra en el Parque Natural del Gorbeia, cerca del pueblo homónimo. Entre robledales y matorrales, un mirador ofrece una vista imponente, envuelto en el estruendoso rugido y la nube de vapor que caracterizan este espectáculo natural.
Cascada de Linarejos (Jaén)
En el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, el arroyo de Linarejos crea un espectáculo natural sublime al precipitarse en una cascada de 60 m en la Cerrada de Utrero-Linarejos. Su torrente desemboca en una balsa turquesa antes de unirse al Guadalquivir. Este escenario, capturado en numerosas fotografías, revela un intrincado laberinto de acanaladuras y hendiduras, testamento del agua que ha esculpido la roca caliza a lo largo del tiempo. Más al este, en la misma provincia, la cascada de la Cimbarra destaca cuando el río Guarrizas, encajonado entre areniscas, se libera con un salto majestuoso de más de 30 m hacia su lecho esperanzador.
Cascada de los colores (La Palma)
En el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, La Palma, la Cascada de los Colores es un tesoro fluvial en el Paisaje Protegido del Barranco de las Angustias. Aunque la poza fue creada artificialmente en el siglo pasado para controlar el agua de la Caldera, el tiempo ha pintado sus paredes con tonos ferrosos. A lo largo de la Ruta de los Barrancos de Taburiente, un desvío señala el camino hacia esta maravilla natural.
Cascada del Ézaro (A Coruña)
El río Ézaro, también conocido como Jallas, nace en los valles y montes que rodean Santa Comba, Galicia. Su curso de 57 km culmina de manera única, ya que, tras un tranquilo recorrido, se convierte en la única cascada fluvial de España. Cayendo desde una altura de 155 m, el Ézaro se precipita por el monte Pindo, fusionándose con el Atlántico en una espectacular cascada de 40 m en Dumbría.
Cascada del Caozo (Cáceres)
En el norte de la provincia de Cáceres, el exuberante Valle del Jerte, célebre por su primavera de cerezos en flor, es también hogar de arroyos como el Caozo. Descendiendo de la Sierra de Gredos, el Caozo, inicialmente sereno, decide deslumbrar al valle con sus saltos y cascadas, como la imponente Cascada del Caozo cerca de la garganta de Bohonal. Rodeados por paisajes rocosos y vegetación ribereña, varios miradores ofrecen vistas cautivadoras de este espectáculo natural, antes de que el río, más abajo, se apacigüe y riegue campos de cerezos, pintando el rincón cacereño de tonos rosados y blancos en primavera.
Cascada de los tilos (La Palma)
Dentro del Parque Natural de las Nieves en La Palma, se resguarda un tesoro natural: el bosque de laurisilva, uno de los mejor conservados en el archipiélago canario. Entre las numerosas cascadas que salpican este paisaje, destaca la de Los Tilos, oculta en un bosque que, por sí solo, es una Reserva de la Biosfera. El Centro de Visitantes guía a los aventureros por rutas senderistas que serpentean a través de esta exuberante floresta. Una de ellas conduce al efímero y hermoso salto de Los Tilos, sumergiendo a los visitantes en la densa laurisilva, donde los tilos comparten su hogar con helechos gigantes, laureles, fayas, brezos y un inmenso silencio que envuelve todo.
Cascadas de Oneta (Asturias)
La seductora aldea de Oneta, en el concejo de Villayón, revela una encantadora excursión de 1,5 km hacia las magníficas Cascadas de Oneta, tres saltos perennes distinguidos como Monumento Natural. Durante el primer kilómetro, el sendero despliega postales rurales con prados, brañas tradicionales y molinos antiguos. A unos 200 metros, un desvío conduce a A Firbia, la cascada más alta, donde el río Oneta se precipita en un estruendoso salto de 20 metros. La segunda cascada, Ulloa o A Firbia d’Abaxo, se revela a pocos pasos, escondida entre la vegetación. Siguiendo un sinuoso camino, la última caída, A Maseirúa, emerge, sumiéndose en la densa floresta. Estas Cascadas de Oneta se encuentran en los límites del Parque Histórico del Navía.
Cascadas de Sotillo (Zamora)
El río Truchas desciende con un estruendo majestuoso, saltando entre las rocas en su travesía hacia la serena laguna de Sotillo en Zamora. Su empinado cauce, moldeado por antiguos periodos glaciares y la acción implacable de la intemperie, se despliega en una cascada espectacular. Esta maravilla natural, fragmentada en varios brazos y sujeta a las variaciones estacionales del caudal, se convierte en una experiencia inolvidable. Rutas senderistas desde localidades cercanas como El Puente o Sotillo de Sanabria permiten explorar este rincón bucólico, enmarcado en el Parque Natural del Lago de Sanabria.
Cascada de A Toxa (Pontevedra)
Cerca del solitario monasterio románico de San Lorenzo de Carboeiro, la catarata del río Toxa se desliza por un tobogán de roca caliza para encontrarse con su hermano Deza. Con una caída de 60 metros, rocía un paisaje rocoso entre alcornoques, madroños y fresnos, cubierto por un tupido manto de musgo. Desde la aldea de Merza, a orillas del Toxa, se bifurcan dos sendas: una conduce a la poza de A Toxa y la otra a un mirador. Estas tierras, impregnadas de leyendas y meigas, son una región donde el agua fluye constantemente, entrelazando arroyos en una vasta red fluvial.
Chorreras de Despeñalagua (Guadalajara)
En las cercanías de Valverde de los Arroyos, uno de los encantadores destinos de la Ruta de los Pueblos Negros de Guadalajara, se encuentra la impresionante cascada de Despeñalagua. El arroyo de la Chorrera, afluente del Sorbe, se precipita literalmente por una pared vertical a pocos metros de su origen. Desde el pueblo, diversos senderos de fácil acceso conducen a este conjunto de cascadas consecutivas, que caen verticalmente desde más de 100 metros de altura, esculpidas por distintos brazos del río nacido en las laderas del pico Ocejón. Aunque las aguas fluyen todo el año, la época de lluvias y el deshielo realzan la espectacularidad de este paraje oculto. En invierno, sus corrientes llegan a congelarse, creando un paisaje escultórico e impresionante.
Chorro del Cedro (La Gomera)
Dentro de los confines del Parque Nacional Garajonay, se encuentran paisajes intocados que parecen anclados en eras pasadas. Uno de ellos alberga el impresionante Chorro del Cedro, que se precipita en su descenso hacia el valle de La Hermigua. Desde la aldea de El Cedro, un sendero conduce a un mirador desde donde se puede admirar la cascada, oculta en un rincón de exuberante vegetación, preludio al magnífico bosque de laurisilva que se preserva en este parque, también designado Reserva de la Biosfera.
Chorros del río Mundo (Albacete)
El nacimiento del río Mundo se encuentra en los límites del Parque Natural de los Calares del Río Mundo y de La Sima, en la sierra de Alcaraz. Se accede a este enclave desde el pueblo de Riópar a través de un camino que sigue el curso fluvial. La excursión transcurre por un terreno montañoso, donde el agua ha esculpido la roca, dando lugar a hermosos paisajes kársticos. En este entorno se encuentran los Chorros del río Mundo, una cascada cercana por donde fluye el joven río que tiene su fuente en este lugar. Esta impresionante caída de 80 metros de altura vierte sus aguas, que se filtran a través de los muros rocosos de la cueva que la precede. La entrada a la gruta, con 30 metros de longitud, culmina de manera espectacular esta excursión.
Cotatuero (Huesca)
Con las lluvias otoñales, los paisajes pirenaicos de la Pradera de Ordesa se llenan de alborozo, con árboles tiñéndose de ocres y aguas del deshielo deslizándose sobre las rocas. Siguiendo una ruta de nivel fácil, se puede adentrar en uno de los valles glaciares oscenses donde, bajo la sombra de pinos y abetos, se llega a una zona de saltos de agua, destacando la voluptuosa cascada de Cotatuero, un rincón maravilloso de Ordesa. La excursión permite admirar este y otros saltos fluviales que descienden caudalosos desde el gran circo glaciar de Cotatuero para precipitarse frenéticos montaña abajo. Para visitar este paraje, hay que dirigirse al pueblo de Torla, donde se encuentra un aparcamiento desde el cual comienza, entre otras opciones, la excursión a la cascada.
Monasterio de Piedra (Zaragoza)
En el término de Nuévalos se encuentra el Monasterio de Piedra, justificado por el cenobio cisterciense envuelto en un paraje atravesado por el río Piedra. Además, guarda una joya de agua y bosque. Este conjunto, declarado Parque Natural, se puede explorar a través de senderos que ofrecen vistas de sus delicadas cascadas. Los saltos más espectaculares incluyen La Corredera, con sus hilos de agua cayendo en paralelo, La Caprichosa y la Cola de Caballo, esta última con 90 metros de caída, siendo la más alta del parque. Tras el manto de agua, numerosas cataratas esconden grutas naturales con salientes que sirven de miradores. Por ejemplo, la Gruta Gris ofrece una vista inédita de la Cola de Caballo.
Nacimiento del río Cuervo (Cuenca)
La serranía de Cuenca alberga, a 3 km de Vega del Codorno, uno de los parajes más prístinos del centro peninsular: el nacimiento del Cuervo, declarado Monumento Natural. Poco después de su origen, el río se divide en hilos de agua que forman un laberinto de manantiales, para luego reunirse y descolgarse en cascadas, cubriendo las rocas tapizadas de musgo como un suave manto de agua. Para llegar a este bucólico rincón, se sigue un sendero desde el pueblo en dirección al nacedero. El camino discurre primero paralelo al río, remontando su curso, pasando de una orilla a otra por pasarelas, entre una densa vegetación de sauces, álamos y pinos. Varios miradores permiten disfrutar de las caídas de agua que realiza el joven río desde ángulos diferentes.
Orbaneja del Castillo (Burgos)
En la pintoresca comarca burgalesa de los Páramos se encuentra el encantador pueblo montañés de Orbaneja del Castillo, encajado en la abrupta ladera de un cañón natural. A través del bosque circula el río homónimo, cuyo nacimiento tiene lugar en la cercana Cueva del Agua. Al llegar al pueblo, el río cae en cascada, serpenteando entre las tradicionales casas de piedra y creando una visión de conjunto singular e inolvidable.
Pozo de los Humos (Salamanca)
Desde el pueblo de Pereña de la Ribera se inicia la visita a la cascada del Pozo de los Humos, destacado atractivo en el Parque Natural de los Arribes del Duero. El camino atraviesa cañones de roca agrestes y vertiginosos, con alturas de hasta 400 m, entre los más profundos de la Península. Se pasa por miradores como el que corona la ermita de Nuestra Señora del Castillo. La caminata culmina junto al Pozo de los Humos, donde las aguas del río Uces se precipitan para unirse al cauce del Duero.
Salto del Asón (Cantabria)
La Ruta al Salto del Asón sigue el curso de este río, cuyas aguas se originan en el Puerto de Sía (1.235 m) y caen en una cascada en forma de cola de caballo poco después de su nacimiento. Desde el caserío de Asón, varias rutas senderistas serpentean entre prados y cabañas típicas de Cantabria, algunas llevando directamente al Salto del Asón y otras continuando río arriba. La cascada, de 50 m de altura, se puede explorar desde la base, y un estrecho sendero asciende unos 700 m hasta la cima del Parque Natural de los Collados del Asón. Desde allí, una atalaya ofrece vistas panorámicas de la cascada, enclavada en un valle profundo rodeado de montañas. Uno de los puntos destacados de esta reserva natural son los cursos de agua, especialmente el Asón y su afluente Gándara, cuyos nacimientos se encuentran en este parque en el este de Cantabria.
Salto del Nervión (Álava)
En el límite entre Álava y Burgos, el río Nervión desata un asombroso espectáculo al precipitarse desde las crestas del Monte Santiago, creando una impresionante cascada de 220 metros de altura en un área protegida. Esta maravilla natural, esencial en Álava, alcanza su máximo esplendor durante las lluvias de otoño y el deshielo de primavera. Un anfiteatro rocoso cercano ofrece un mirador privilegiado para disfrutar de esta vista espectacular, convirtiendo a Orduña en la base ideal para explorar rutas senderistas que llevan a la cascada del Nervión y siguen el curso del río hasta su fuente, que emerge silenciosamente de una pequeña abertura rocosa.