Un enclave desconocido
Apenas a una hora en coche de Budapest se encuentra el pueblo flotante de Bokod, un enclave desconocido que, precisamente por eso, se ha colado en la lista de gemas ocultas de Europa según el afamado ranking de European Best Destinations. Ocupando el puesto número 4, este pueblo de pescadores llama la atención por una serie de características que lo convierten en una parada mágica dentro de cualquier viaje a Hungría.
Una escapada cerca de Budapest
Hay varias maneras de llegar al pueblo flotante de Bokod, pues se encuentra a tan solo 80 kilómetros de Budapest y a unos 7 kilómetros de Oroszlany. Para llegar allí se puede ir fácilmente en coche desde cada una de las ciudades, pero también en transporte público. Esta última opción llevará, desde la capital húngara, en torno a las dos horas de trayecto. Tal cercanía permite que se pueda visitar fácilmente en un día si se trata de un viaje centrado principalmente en la zona de Budapest y alrededores.
Un lago creado en los años 60
Uno de los aspectos más curiosos de Bokod es que se trata de un lago creado de manera artificial en 1960 para la Compañía de la Central Eléctrica de Oroszlány. Sus aguas sirven como depósito de refrigeración de la central y por eso nunca se congela del todo. Sobre esas aguas se construyeron las coloridas casas que hoy son reclamo, formando una pasarela hogareña en la que parece que el tiempo se ha quedado suspendido.
Hasta 400 puntos de pesca y refugio de aves
Ya desde su creación, Bokod se fue convirtiendo en reclamo de pescadores y viajeros locales, que acudían a la zona para disfrutar de un apacible día de pesca, pero no de baño, pues no está permitido. Actualmente se encuentran hasta 400 puntos de pesca y se pueden capturar especies como la carpa, la carpa herbívora, el lucio, la perca y el siluro.
Un tesoro natural único con valor ecológico y cultural,
Además, debido a sus características, toda la zona del lago es un importante lugar de conservación de aves, pues en él habitan diversas especies como cormoranes, patos y garzas, convirtiéndolo en un tesoro natural único con valor ecológico y cultural, desempeñando así un papel importante en la comunidad local y el turismo.
Un paisaje de cuadro
En su conjunto, el color de las casas, con el color de las aguas y la vida que allí habita, el pueblo flotante de Bokod genera una imagen digna de ver. Además, al no ser muy grande, no llevará demasiado tiempo disfrutar de su belleza externa e interna, ya que, aunque algunas casas son de particulares, otras están abiertas al público y se pueden visitar. El mejor momento para acudir es al caer el sol, ya que la imagen de las casas reflejadas en las aguas del lago, en contraste con los colores del sol, generan una estampa digna de capturar.