Su Casco Viejo
El legado medieval de Bilbao persiste en sus entrañas, en el laberinto de las «Siete Calles». Tres arterias ancestrales, Goienkale, Artekale, y Dendarikale, cimientos de la villa en 1300, pronto abrazaron a otras cuatro: Belostikale, el bullicio de las Pescaderías; Canicería Vieja, hogar del antiguo matadero urbano; Barrenkale, la calle interior; y Barrenkale Barrena, la interiorísima. Estos senderos, forjados en la Edad Media, retienen su esencia original, nombres inalterados, como cápsulas del tiempo. Pasear hoy por el Casco Viejo es un eco de aquellos pasos ancestrales, un puente viviente hacia el Bilbao del siglo XIV.
El escudo de la ciudad
El alma del Casco Viejo se despliega en el emblema de Bilbao. En los letreros dorados y azules que marcan las calles, reluce su escudo ancestral. Un puente, dos lobos paseantes, un río ondulante y una iglesia esculpen su identidad. El Nervión y su puente primordial, los lobos de Diego López de Haro, fundador en su linaje, y la Iglesia de San Antón, derrocando un castillo en su lugar. Cuatro piezas entrelazadas, tejidas con la esencia del Bilbao nacido en el siglo XIV.
La Basílica de Begoña
La Calle Andra Mari guarda un secreto bajo sus pasos, justo frente al imponente edificio de la Bolsa: una estrella de cuatro puntas incrustada en el suelo. Esta estrella es un faro discreto, marcando el único punto en las Siete Calles que aún ofrece, aunque desafiado por nuevos rascacielos, una vista al santuario más sagrado de Bilbao: la Basílica de Begoña, guardiana de Vizcaya desde el siglo XVI. Cada 11 de octubre, la ciudad palpita con fervor. Peregrinos de todos los rincones de Vizcaya se congregan en esta basílica, caminando durante horas, incluso toda la noche, para honrar a la Virgen de Begoña en su festividad. Es un rito ancestral, un vínculo entre la devoción y la tradición que perdura en los corazones y calles de Bilbao.
El Museo Guggenheim
El Museo Guggenheim de Bilbao, ícono arquitectónico diseñado por Frank Gehry, es una obra maestra contemporánea. Su fachada curvilínea de titanio se erige como un símbolo de innovación. Dentro, alberga una colección impresionante de arte moderno y contemporáneo, cautivando a los visitantes con exposiciones rotativas de renombre mundial. Este museo, más allá de sus paredes, ha transformado la identidad cultural y turística de Bilbao.
El Athletic Club
El Athletic Club, arraigado en el corazón de Bilbao, es mucho más que un equipo de fútbol. Fundado en 1898, representa una identidad única al privilegiar jugadores nacidos o formados en la región. Su lema, «Zu zara nagusia» (Tú eres el dueño), refleja la pasión y el compromiso de una afición entregada. El club, con su centenaria historia, es un emblema del orgullo vasco en el deporte.
El Teatro Arriaga
En las raíces de Bilbao, la calle ancestral Goienkale guarda el legado de uno de sus hijos más ilustres: Juan Crisótomo de Arriaga, nacido el 27 de enero de 1806. Desde la infancia, el violín fue su confidente, y a los once años ya tejía melodías, estrenando su obra pionera, «Nada y Mucho». Su genialidad precoz y el don para la música le granjearon el sobrenombre de «el Mozart español». Aunque su luz se apagó prematuramente en 1826, víctima de la tuberculosis a las puertas de los veinte años, su legado perdura. El número 12 de Goienkale alberga una placa en su honor, mientras que el majestuoso Teatro Arriaga, emblema de la ciudad, lleva su nombre como testamento eterno a su arte y memoria.
Sus pintxos
Los pintxos, emblemáticos bocados vascos, son el alma gastronómica de Bilbao. En los bares del Casco Viejo, estos pequeños manjares se exhiben como obras de arte culinario sobre barras relucientes. Desde gildas hasta tortillas, anchoas marinadas y creaciones innovadoras, cada bocado es un festín para el paladar. Comer pintxos es un ritual social, una experiencia que fusiona tradición, sabor y la alegría de compartir.
Sus tiendas con encanto
En el Casco Viejo de Bilbao, las tiendas con encanto dan vida a calles empedradas. Sus escaparates exudan historia y singularidad. Desde boutiques artesanales hasta tiendas de antigüedades, cada rincón ofrece tesoros únicos. Joyerías con diseños vanguardistas, librerías con volúmenes de época y tiendas de delicatessen con sabores tradicionales conforman un mosaico de comercios que cautivan a los visitantes con su autenticidad y carácter local.
El ambiente de sus calles
El Casco Viejo de Bilbao respira una energía inigualable. Sus calles palpitan con el bullicio de mercados tradicionales, músicos callejeros y aromas de pintxos recién preparados. Entre fachadas antiguas se entrelazan cafés acogedores y bares animados. La atmósfera es un collage de conversaciones animadas, risas y el tintineo de vasos, una sinfonía urbana que invita a explorar cada rincón con asombro y deleite.
La Plaza Nueva
En el corazón del Casco Viejo se encuentra la Plaza Nueva, antaño la Venecia de Euskadi. Un guiño peculiar al rey Amadeo de Saboya en 1871 transformó el lugar: los bilbaínos, cerrando la plaza, la inundaron en honor al monarca italiano. Góndolas navegaron entre edificios, sus habitantes ataviados como gondoleros, recreando la magia veneciana. Manuel Losada capturó este peculiar tributo en «Fiesta veneciana en la Plaza Nueva» (1946), una ventana a este extravagante acontecer.
Su ría
La ría de Bilbao, arteria vital de la ciudad, serpentea entre edificios modernos y vestigios industriales. Testigo silencioso de la transformación urbana, ahora se despliega como un lienzo natural que refleja el brillo del atardecer sobre sus aguas. Sus orillas, convertidas en paseos peatonales, invitan a contemplar su historia mientras se funde con el pulso contemporáneo de una ciudad que halla en ella su esencia y su resurgimiento.
Sus puentes
Los puentes de Bilbao entrelazan historia y modernidad sobre la ría, conectando orillas y narrando el devenir de la ciudad. Desde el icónico Puente Colgante, Patrimonio de la Humanidad, hasta las estructuras contemporáneas como el Zubizuri, diseñado por Calatrava, cada puente es un símbolo arquitectónico. Más que conexiones físicas, representan el progreso, la diversidad estilística y el vínculo entre el pasado y el futuro de Bilbao.