Convento de Santo Domingo (Pontevedra)
El legado gótico del Convento de Santo Domingo en Pontevedra, cuyas ruinas atestiguan su antigua grandeza, alberga tesoros históricos y artísticos. Construido por los dominicos en el siglo XIII, sus restos guardan sepulturas notables como la del caballero Tristán de Montenegro y una colección de escudos heráldicos de la nobleza gallega. Aunque la reconstrucción neoclásica del siglo XVIII quedó inconclusa, se conservan elementos distintivos como la cabecera con cinco ábsides poligonales y una pequeña portada. Integrado en el Museo de Pontevedra, este sitio histórico ofrece un vistazo fascinante a la rica herencia artística y cultural de la región.
Monasterio de Santa María de la Armedilla (Valladolid)
El Monasterio de Santa María de la Armedilla, cercano a Cogeces del Monte en Valladolid, emerge como un poderoso enclave medieval. Su origen se remonta al descubrimiento de una talla de la Virgen por pastores, estableciendo su presencia desde el siglo XV tras una donación del infante Don Fernando de Antequera a la Orden de los Jerónimos. A lo largo de los siglos, experimentó cambios arquitectónicos significativos hasta su declive con la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. Los vestigios accesibles muestran la nave central de la iglesia desprovista de techo, con los inicios de su bóveda estrellada. Se vislumbran ruinas del claustro, bodegas, cisternas, un horno y un palomar. Fuera de sus muros se pueden apreciar trazos de la residencia palaciega del siglo XV, construida por los duques de Alburquerque. Este testamento histórico, ahora de acceso libre, atestigua la rica vida monástica y la posterior transformación del sitio.
Monasterio de San Antón (Burgos)
El Monasterio de San Antón, en el antiguo pueblo homónimo, hoy parte de Castrojeriz, guarda los restos de su fundación en 1146 por monjes antonianos cistercienses. Con su función centrada en el cuidado de los enfermos del Camino de Santiago, se convirtió en un enclave relevante con protección real. Destacan escudos reales en la iglesia y bóvedas. Como sede de la Orden de San Antonio, albergaba una red de monasterios-hospitales. Sus ruinas, con columnas, muros y un rosetón pétreo, narran un pasado glorioso. Las alacenas externas aún evocan la caridad de los monjes con pan y vino para peregrinos.
Monasterio de San Juan de Duero (Soria)
El Monasterio de San Juan de Duero, emblema del románico castellano, resguarda las evocadoras ruinas de su iglesia y claustro. Inmortalizado por Bécquer en «El monte de las ánimas», este sitio, erigido en el siglo XII por los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, fue enriquecido con saberes lejanos. Declarado Monumento Nacional en 1882, su sección medieval ahora forma parte del Museo Numantino, exhibiendo una iglesia sencilla y un claustro extraordinario con influencias únicas de románico, arcos apuntados de herradura y trazos bizantinos y árabes.
Monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos)
El Monasterio de San Pedro de Arlanza, cerca del río Arlanza en Hortigüela, es un emblemático centro monástico castellano. Fundado en 912 como eremitorio, su visita revela la iglesia del 1080 en ruinas, originalmente con tres naves y ábsides. Parte del claustro, una torre del siglo XII y la sala capitular aún se conservan. Conocido como la «cuna de Castilla», cesó su actividad en la desamortización del siglo XIX y fue declarado Monumento Histórico-Artístico en 1931. Sus tesoros dispersos ahora se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional y el Museo Metropolitano de Nueva York, entre otros.
Monasterio de Santa María de Rioseco (Burgos)
El Monasterio de Santa María de Rioseco, cerca de Villarcayo, resguarda las ruinas de un próspero y monumental cenobio cisterciense en Las Merindades, próximo al Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón. Surgido en el siglo XIII, vivió su apogeo entre los siglos XIV y XVI, albergando monjes, oradores, letrados y una comunidad variada de habitantes. Con hospedería, hospital, molinos y explotaciones agrícolas, su esplendor se reflejó en un claustro barroco del siglo XVII. Saqueado en la guerra de independencia, cayó en el olvido hasta su declaración como Bien de Interés Cultural en 2019. Aunque desamortizado en 1835, sus ruinas, con bóvedas y arcadas, atraen visitantes por su conservación y han sido escenario de filmaciones. El recinto permanece abierto y en verano se ofrecen visitas guiadas por voluntarios.
convento de Nuestra Señora de los Ángeles (Segovia)
Las ruinas del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, en el Parque Natural de las Hoces del Duratón, se alzan majestuosas sobre una peña, testigos de vistas impresionantes. Fundado en 1231 por los franciscanos y activo hasta 1835, la reina Isabel la Católica lo reconstruyó tras una tormenta en 1492. Aunque parcialmente en ruinas, sus fachadas y arcos aún se adaptan a la roca. Acceder en barca por el río o a pie en épocas específicas permite visitarlo, mientras que la cría de buitres restringe el acceso de enero a julio. Visitas guiadas y un recorrido virtual están disponibles a través de la Asociación de Amigos del Convento de la Hoz.
Monasterio de Santa María de Bonaval (Guadalajara)
El Monasterio de Santa María de Bonaval, un legado cisterciense fundado en 1164 en Retiendas, Guadalajara, aún conserva partes de su iglesia original, incluyendo la cabecera, crucero y una de sus naves. Entre sus ruinas se encuentran vestigios de dependencias monacales como celdas, refectorios y salones, junto con una sacristía adosada al ábside del Evangelio. Estos restos narran la rica historia monástica de la región castellano-manchega.
Monasterio de Santa María de Melón (Orense)
El Monasterio de Santa María de Melón, fundado en 1142 en Orense, perteneció a la Orden del Císter y, en el siglo XVI, pasó a la Congregación de Castilla, sufriendo modificaciones en la iglesia. Habitado hasta 1835 debido a la desamortización de Mendizábal y a graves tormentas, conserva una planta de cruz latina con capillas y una girola con imponentes columnas. Hoy funciona como iglesia parroquial, manteniendo su legado monástico en la actualidad.
Monasterio de Santa María de Mareruela (Zamora)
El Monasterio de Santa María de Moreruela, emblema cisterciense en Zamora, impresiona con un recinto de 60×26 metros a 50 km cerca de las lagunas de Villafáfila. Surgido en el siglo XII como una de las primeras fundaciones cistercienses peninsulares, cautivó a figuras como Miguel de Unamuno con sus vestigios restaurados. Entre estilos románicos y góticos, sus ruinas de iglesia, la sala capitular y los espacios domésticos como cocina, celdas y hospedería, perduran. Marcas de canteros adornan sus muros pétreos, recordando su esplendor en el siglo XIII con salinas, molinos y hasta una explotación minera en la Sierra de la Culebra. Complementa la experiencia el Centro de Interpretación del Císter en Granja de Moreruela, exhibiendo la riqueza histórica y arquitectónica del monasterio.