Se cumple un año del día que, probablemente, marcó un antes y un después en la vida de la Infanta Cristina. El 19 de enero de 2022 la revista Lecturas publicaba en su portada unas imágenes de Iñaki Urdangarín disfrutando de un romántico y cómplice paseo de la mano de una desconocida acompañante por las playas de Bidart.
Una atractiva mujer que, estaba claro, no era la hermana del Rey Felipe VI, con la que pocas semanas antes se había dejado ver tan enamorado como el primer día durante una escapada navideña con sus cuatro hijos a las pistas de Baqueira Beret.
El escándalo estalló como la pólvora y los medios de comunicación de todo el mundo se hicieron eco de la traición del ex duque de Palma a su esposa desde hacía casi 25 años. Decenas de cámaras se desplazaron hasta la gestoría de Vitoria en la que Urdangarín trabajaba desde hacía unos meses, intentando conseguir la primera reacción a su flagrante infidelidad.
No tardaba en desvelarse la identidad de la acompañante del ex jugador de balonmano. Una compañera de despacho llamada Ainhoa Armentia. 44 años, analista contable, recién separada – de hecho, seguía viviendo con su exmarido cuando se publicaron las imágenes, que aceleraron los trámites de divorcio – y con dos hijos. Su romántico paseo por frente al mar publicado por Lecturas no se trataba de su primer encuentro, ya que como pronto se descubrió la incipiente pareja llevaría viéndose ‘en secreto’ desde el mes de septiembre de 2021.
Mientras Urdangarín daba la cara ante los numerosos medios de comunicación apostados día y noche ante el lugar de trabajo de ambos – «son cosas que pasan y lo vamos a gestionar en familia de la mejor manera posible» afirmaba – una destrozada Infanta Cristina se refugiaba en la intimidad de su hogar, en Ginebra, de una dolorosísima traición que nunca hubiese imaginado.
Y es que por fin, después de años de calvario judicial tras la imputación de Iñaki por el Caso Noos y su posterior condena a 5 años y 8 meses de prisión, el matrimonio comenzaba a ver la luz. Meses antes Urdangarín había conseguido el ansiado tercer grado penitenciario y había abandonado la prisión de Brieva (Ávila) para instalarse en Vitoria, en el domicilio de su madre. Quedaba muy poco para obtener la libertad condicional y regresar a Ginebra, con Doña Cristina y su hija Irene, y comenzar por fin una nueva vida.
Habían superado juntos todas las adversidades, y lo habían hecho unidos contra viento y marea, de un modo tan incondicional que incluso la ex duquesa de Palma rompió con parte de la Familia Real – en concreto, con los Reyes Felipe y Letizia – por amor a su marido. Lo que no sabía era, sin embargo, que Urdangarín iba a enamorarse de otra mujer.
LLEGÓ EL COMUNICADO DE LA SEPARACIÓN Después de cinco días de eterno silencio, el lunes 24 de enero Doña Cristina e Iñaki emitían un escueto comunicado conjunto para anunciar «la interrupción» de su relación: «De común acuerdo, hemos decidido interrumpir nuestra relación matrimonial. El compromiso con nuestros hijos permanece intacto. Dado que es una decisión de ámbito privado, pedimos el máximo respeto a todos los que nos rodean. Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin».
El resto… ya es historia. Mientras la Infanta, devastada, se refugiaba en su familia, el ex jugador de balonmano dejaba su trabajo en la gestoría ‘Imaz & Asociados’ – intentando labrarse un futuro como coach deportivo que, por el momento, no ha conseguido – a la par que consolidaba su historia de amor con Ainhoa Armentia.
Un año después, la pareja vive su noviazgo con naturalidad y han sido numerosas las ocasiones en las que les hemos visto disfrutando de su amor, ya sea durante un paseo por el campo en Vitoria, o compartiendo apasionados besos en las playas de Formentera. Sin embargo, la vitoriana todavía no ha ‘entrado’ en la familia Urdangarín y, por lo que parece, no conoce a los hijos de Iñaki y Doña Cristina, Juan, Pablo, Miguel e Irene, que aunque mantienen una estrecha relación con su padre, prefieren mantenerse al margen de su nueva vida amorosa.
En cuanto a la hija de Don Juan Carlos, quienes la conocen aseguran que todavía no ha superado su separación, pero poco a poco comienza a ver la luz. Ha retomado su relación con su hermano, el Rey Felipe, y esta Navidad han compartido mesa y mantel en Zarzuela con el resto de la Familia Real – una escena que hacía años que no se producía -, continúa volcada en sus hijos y en su labor al frente de la Fundación La Caixa e, ilusionada con el futuro, ha comenzado a cuidarse más que nunca; se ha quitado la berruga que tenía al lado de la nariz, se ha cortado el pelo y se ha operado de presbicia. Pequeños pasos para convertirse en la nueva Cristina que todos estamos deseando ver.
Sin embargo, la ex duquesa de Palma continúa llevando su alianza de casada, puesto que a pesar de los 365 días que han pasado desde el tsunami que provocaron las imágenes de Urdangarín con Ainhoa Armentia, la expareja no ha movido un dedo en lo que a su proceso de separación se refiere, y continúan siendo un matrimonio. Algo que podría cambiar muy pronto, ya que todo apunta a que sería en junio, cuando su hija menor Irene alcance la mayoría de edad, cuando firmen un acuerdo de divorcio cuyos detalles no han trascendido por el momento.
Fuente: (EUROPA PRESS)