A punto de cumplirse una semana de la confirmación de la reconciliación entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva después de tres meses separados, no son pocos los que siguen cuestionándose si esta segunda oportunidad a su relación saldrá bien o si, por el contrario, el empresario volverá a ‘fallar’ a la marquesa de Griñón.
Las ‘malas lenguas’ plantean si en esta ocasión la ‘afición’ del futuro yerno de Isabel Preysler por el mundo de la noche y las fiestas – ya que la socialité es poco amiga de las discotecas – podría causar algún problema en un noviazgo que ambos han retomado con ilusión, ganas y más determinación que nunca, dispuestos a todo para que esta vez se cumpla el dicho de ‘fueron felices y comieron perdices’.
Dudas que parecen disipadas viendo el inesperado giro profesional que Íñigo ha decidido dar a su trabajo por amor. Y es que como han revelado en ‘Fiesta’, el joven se ha apartado de la noche y de su puesto de relaciones públicas de la discoteca conocida ‘Lula Club’, demostrando así que está dispuesto a todo por Tamara y que ha puesto toda la carne en el asador para que nada enturbie su felicidad.
Onieva, que además es director de operaciones del grupo Mabel Hospitality – propietario, entre otros restaurantes, de ‘Tatel’ y ‘Totó’ – continuará vinculado al club nocturno, pero con funciones administrativas que no le obligarán a asistir a la discoteca varias noches a la semana como sí hacía hasta ahora.
Un gesto que demuestra que, tras su sonada deslealtad en el festival Burning Man, Íñigo ha decidido cambiar de vida por Tamara y a su reconversión religiosa – con misa diaria y peregrinación a Santiago incluida – se une ahora el dejar el mundo de las fiestas y de la noche, demostrando que ha cambiado y está dispuesto a todo porque lo suyo con la marquesa funcione a las mil maravillas.
Fuente: (EUROPA PRESS)