A diferencia del año pasado, en esta segunda visita de Don Juan Carlos I a España desde que se marchara en agosto del 2020 vamos a ser testigos de un perfil mucho más bajo. Después de conocerse la negativa de Zarzuela sobre la vuelta al país, parece que el emérito quiere dar poco de qué hablar y va a optar para exponerse lo menos posible. Algo que va a ser difícil.
Esta mañana veíamos al marido de Doña Sofía bajar por las escaleras del avión privado que aterrizaba en el aeropuerto de Vigo a las 13:40 horas. Nada más pisar suelo español, el emérito era recibido por varios operarios de Aena -ataviados con chalecos amarillos- y por su gran amigo Pedro Campos.
Al igual que hace justo un año, del aeropuerto de Vigo se ha marchado junto con Pedro a la casa que el armador de ’El Bribón’ posee en la localidad pontevedresa de Sanxenxo. Hace escasos minutos le hemos visto llegar, pero ¡atención! porque nos ha llamado la atención la actitud que ha tenido ante los medios de comunicación.
Si el año pasado le vimos sonriente y con ganas de conversar con los periodistas que cubrían cada paso que daba, de momento -y como se espera- se ha mostrado discreto. No ha bajado la ventanilla al llegar a casa de su amigo Pedro y tampoco ha girado su rostro para mirar a todos los allí presentes, pero sin embargo, sí que ha querido levantar la mano en modo saludo.
Recordemos que el año pasado la imagen fue totalmente distinta: sonriente y con la ventanilla bajada desde antes de llegar a la entrada de la casa de su amigo, Don Juan Carlos no dudaba en saludar con alegría a todos los que se encontraban en las inmediaciones y levantar el pulgar para confirmar que estaba bien.
El cambio de actitud tiene un porqué y es que su visita a España también ha dado mucho de qué hablar esta vez. De hecho, se ha encontrado también con la negativa de Zarzuela y por eso, parece que se centrará en asistir asistir a las regatas en las que participará su embarcación, ’El Borbón’, entre el 20 y el 22 de abril.
Fuente: (EUROPA PRESS)